Los jóvenes se sienten libres en la naturaleza y esto tiene un gran impacto positivo en su salud
Al estar en contacto directo con la naturaleza y en espacios más abiertos, los participantes tienen la oportunidad de correr, saltar, nadar y participar en actividades físicas que les permiten mejorar la fuerza, la resistencia y el equilibrio. De esta manera, se mantienen saludables y energéticos. Además, el aire fresco y la exposición al sol puede ayudar a fortalecer su sistema inmunitario. Por otro lado, jugar en un espacio abierto mejora el sentido de la vista, porque ayuda a relajar los músculos oculares y la visión. Es un gran beneficio teniendo en cuenta que durante el año los niños dedican muchas horas a mirar desde una distancia muy corta las pantallas del móvil, el ordenador o la tablet.
¿Y cuáles son los beneficios emocionales?
Estar en contacto con la naturaleza también puede tener un impacto significativo en la salud emocional de los participantes. Uno de los mundos que los niños y las niñas experimentan a través de los juegos es el de las plantas y los animales. Les permite desarrollar la capacidad de observación y poder valorar desde más cerca la belleza que hay en un entorno natural. De este modo, los niños pueden reducir sus niveles de estrés, mejorar el estado de ánimo, y sentirse más alegres y tranquilos. Otra ventaja es que al estar más tiempo en espacios abiertos y con movimiento constante, les ayuda a potenciar la creatividad, la curiosidad y el interés por el mundo natural. Además, el contacto con la naturaleza puede fomentar un sentido de fascinación y sorpresa, puesto que una ramita de un árbol pasa a convertirse en una varita mágica, y esto aumenta su ilusión, autoestima y confianza.
Otros beneficios importantes a tener en cuenta son…
Pueden mejorar la concentración y el pensamiento creativo de los niños y las niñas. Al estar expuestos en nuevos entornos y nuevas situaciones, los y las alumnos/as pueden desarrollar habilidades cognitivas como la resolución de problemas y la toma de decisiones. También se trata de concienciar de esta interconexion, y desarrollar la intención y la capacidad de no dañar los espacios naturales de ninguna forma. Además, pasear por caminos rodeados de árboles enriquece el vocabulario de los niños, puesto que pueden preguntar sobre los diferentes pájaros e insectos que reposan en las ramas, las ardillas que trepan por los árboles, la textura de algunas hojas… Es una manera de estimular la capacidad de exploración del niño o la niña.
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